(Equipo Flora Tristán 4/10/2024).- En Bolivia, el debate sobre las bajas rentas otorgadas por el Sistema Integral de Pensiones (SIP)es cada vez más urgente. Las y los trabajadores que están próximos a jubilarse enfrentan un sistema que no responde a sus necesidades ni asegura una jubilación digna, lo que nos lleva a reflexionar sobre su estructura, funcionamiento y beneficios reales para quienes sostienen el aparato productivo del país.
El SIP, tal como está concebido, depende principalmente de los aportes individuales de las y los trabajadores, que se invierten en los mercados financieros con el objetivo de maximizar el capital a largo plazo. Sin embargo, este modelo financiero ha fracasado en garantizar rentas suficientes para una vejez digna, tanto para quienes tienen ingresos medios como para quienes debido a sus ingresos bajos no logran realizar aportes que alcancen los límites establecidos.
Rescatar el SIP en favor de las y los trabajadores es una tarea impostergable. Las reformas deben contemplar un enfoque solidario que redistribuya los recursos de manera equitativa y permita a todas las personas, independientemente de su ocupación o empleo, gozar de una jubilación digna. Pero, para que esta transformación sea efectiva, es fundamental que los propios trabajadores participen activamente en la discusión y desarrollo de las reformas, para lo que es clave el conocimiento del funcionamiento del SIP y la cultura previsional. Es imprescindible que las y los trabajadores cuenten con programas que les brinden herramientas para entender cómo opera el SIP y cómo las decisiones individuales y colectivas pueden contribuir a la mejora de sus pensiones. Este conocimiento les permitirá evaluar críticamente las propuestas y asegurar que el sistema responda a sus necesidades y expectativas a largo plazo.
El Estado tiene un rol esencial en garantizar que el SIP no se convierta en una herramienta de exclusión, sino en un derecho accesible para todos, sin importar el nivel de ingresos o la situación laboral. Sin embargo, es evidente que el actual modelo perpetúa las desigualdades: quienes ganan menos o trabajan en condiciones informales, especialmente mujeres y jóvenes, logran acumular menos ahorros, condenándose a una vejez precaria.
Este lunes 7 de octubre se recuerda el Día de la Educación Financiera, en este marco, promovamos que las y los trabajadores tomen conciencia sobre la importancia de contar con un sistema que refleje los principios de justicia social y protección integral, en lugar de dejar la seguridad de la vejez en manos del mercado financiero. En un contexto donde el envejecimiento poblacional es cada vez más evidente, fortalecer la cultura previsional y la educación financiera en Bolivia no solo implica fomentar el ahorro para la vejez, sino también capacitar a las y los trabajadores sobre cómo pueden incidir en la creación de un sistema justo y sostenible.
Finalmente, un sistema de pensiones fortalecido, inclusivo y equitativo no solo mejorará la calidad de vida de quienes se jubilan, sino que contribuirá a una sociedad más justa y cohesionada, donde el trabajo sea valorado en todas sus etapas. Bolivia debe avanzar hacia un modelo previsional que priorice los derechos de las y los trabajadores y que cuente con la participación activa de todos ellos en su reforma, a través de una sólida educación financiera que permita construir un futuro más seguro para todos.